Ya expliqué que ir a misa con Xavi los domingos es algo cargado de
momentos de plenitud. Ayer, como celebrábamos la Navidad, los niños
hicieron un teatrillo con una figura del niño Jesús en el medio, al
parecer porque no había un bebé que aguante quieto una misa. Me preguntó
a ver por qué el niño Jesús tiene tanto pelo si es un bebé, y yo le
dije que era un problema de hormonas, que es el tema que estoy dando
ahora en Ciencias de 2º de la ESO. También le dije que las concepciones
virginales vienen cargadas de un montón de interrogantes que nunca han
sido investigados, porque no hay universidad americana que se preste a
eso, por muy prestigiosa que sea, porque ninguna quiere jugarse su
prestigio. Y asintió con la cabeza, porque no discute la autoridad con
la que hablo de estos temas. Ni de otros.
Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o
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