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Más de ascensores

Como no tengo nada que hacer, voy a los bares y me meto en las conversaciones de gente que va a los bares porque tampoco tienen nada que hacer. Como hablaban de ascensores, y el tema se me da bien, les conté lo que me pasó aquella vez estando en consultas externas del Hospital, cuando el elevador era tan lento. Cómo una señora con cochecito de niño y niño dentro intentó subir en el cuarto hasta el sexto para después bajar. Expulsarla de la cabina costó bastante. El primer herido fui yo, porque entró con tanto ímpetu que las ruedas del cochecito se trabaron con las ruedas de mi silla, y al ir a equilibrarme de nuevo caí al suelo, entre los pies de dos adolescentes que se pusieron a gritar como adolescentes. Una auxiliar se empeñó en ayudarme, pero no podía pasar. Primero, porque el cochecito del bebé estaba en medio, y segundo, porque las adolescentes no dejaban de gritar, contagiando ya al bebé, que empezó a llorar con estrépito. Mi hermano, que me acompañaba, trató de cerrar la silla para llegar hasta donde estaba yo, y levantarme, pero se enredó con un bolso de una señora que hasta el momento permanecía callada, y que empezó a pegar con el bolso a mi hermano en toda la cabeza gritando chorizo de mierda, pero tú qué te has creido, seguridad, seguridad. Un médico de apellido Liendres que ocupaba el rincón del fondo se hartó de tanto grito y amenazó a la señora con hacerle a su hijo unas rayitas en el culo con un bisturí que llevaba en el bolsillo si no se bajaba. Y oye, mano de santo. Se fue la señora del cochecito, eso sí, gritando seguridad, seguridad, por los pasillos, a mí me levantó mi hermano, el médico le dió un cachete a la gritona del bolso, que se calmó, y las dos adolescentes cambiaron los gritos de adolescente por las risitas de asolescente. Había mucha más gente, pero solo miraban. Y en media hora de viaje, ya estábamos en el sexto. Y luego mis nuevos amigos contaron más de ascensores. Dos horas estuve en el bar.

Comentarios

  1. Aupa Pedro... cuando leo que te pones a mirar por la ventana siempre me acuerdo de estos versos de Atxaga (los canta Ruper, jakina) y como soy de pocas fidelidades (en mi familia se llevaban tres: el PNV, el athletic y la virgen de Begoña) yo cambié alguna de ellas por Atxaga y ya ves. Me encanta lo de las banderas piratas... Yo te sigo esperando para hacer el maratón, no lo olvides

    Batzuetan jartzen naiz
    etxetik begira
    begiak jausten zaizkit
    leihotik behera
    lurrean salto eginez
    kanikak balira
    gaua etorri arte
    dibertitzen dira.

    Ikusmira galduta
    asper naizenean
    gogoa ipintzen dut
    etorkizunean
    zer egin behar dudan
    euskaldun artean
    suizidatzen ez banaiz
    datorren urtean.

    Estraineko gauza
    zeharo alpertu
    jatearekin soilik
    nor da gaur kontentu?
    Asmatu behar ditut
    makina bat santu
    egutegia festaz
    erabat gorritu.

    Lagunekin paratu
    txokolate jatea
    saku-karrerak eta
    bidaia handiak
    ezagutu nahi ditut
    enpatxu-eztiak
    Konstantinopla eta
    Parisko zubiak.

    Apaizei sotanak
    dizkiet kenduko
    itsasontzi piraten
    banderak egiteko
    tiobibo batetan
    denok gara igoko
    zintzoak garelako
    ez dugu ordainduko.

    Musika joko dugu
    alde guztietan
    batek bonboan eta
    besteak tronpetan.
    Biluzirik bainatu
    ilargi-argitan
    maitia bilatuko
    dugu ur azpitan.

    Biziko gara horrela
    hiru ehun bat urtez
    banku guztietako
    jabetzaren kaltez
    sufrimendua eta
    negarraren ordez
    farra eta farrandaz
    historia betez.

    Ta horrelakorik inoiz
    gerta ez baledi
    izan gintezke arrano
    batzuetan txori
    txit ondo hitz eginez
    eskuetan geldi
    borreroak baditu
    milaka aurpegi.

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