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Bones

Como en muchas ocasiones me encuentro deambulando por la casa sin nada a lo que dedicar ni un minuto de tiempo, me paro delante de la tele a ver lo que echan, y todo me suena a repetido. No ya los mejores goles de Messi y de Cristiano en 2011, que ponen a todas horas, sino escenas de series de polis y cacos.

- ¿pero este episodio no lo dieron ayer?, pregunto.

- si, este es la cuarta vez que lo veo, pero es que a las 12 ponen nuevos capítulos.

Y para eso se tragan tres de los viejos. Yo ya sabía que no hay producción audiovisual en el mundo para llenar tantos canales, pero aquello me lo confirmó.

Como yo no consigo nunca atrapar la trama de una seie de estas de intriga, pensé que de esta forma, viendo el mismo episodio cada día a las seis, lo lograría, pero ya voy por la quinta repetición y todavía no sé por qué Bones deduce que aquel pelo pertenecía a la muerta. Voy a seguir intentándolo.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.