A medida que se acerca el fin de año, y con él la inexorable obligación
de hacer balance, me he puesto a hacer una lista de tareas pendientes,
que confirman que no es que no tengo nada que hacer, sino que no sé cómo
se empieza. Hacer eso un domingo por la tarde es del género bobo, y lo
único que he conseguido es incrementar la sensación de estorbo social
que se ha acomodado en uno de mis ventrículos: hay que arreglar la
calefacción, el cristal de la puerta de un mueble, el sonido del
ordenador, el e-book, la luz delantera derecha del coche, que se ha
fundido, la persiana del cuarto de los niños, la escalera practicable de
acceso al altillo, el asiento escamoteable y la cortinilla del asiento
trasero derecho del otro coche, y así hasta completar veinticuatro
tareas que soy incapaz de empezar a abordar. Así que he vuelto mis ojos a
la ventana, para que la madre naturaleza o algún ser humano que pase me
inspiren una investigación o algo a lo vincular mi triste voluntad.
Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o
Haz hoy una, si puedes. Y mañana te quedarán 23. Y si no puedes tú, manda a un experto que te lo haga (dar trabajo en crisis es vital) Y si no se puede así tampoco -por el motivo que sea-, ya sabes lo que dice un amigo que tenemos en común: lo que no se puede, ni Dios lo quiere.
ResponderEliminarY sobre no saber por dónde empezar, asigna ordinales a tu lista (tienes pa un rato) Y otra cosa Mendi: nunca en domingo por la tarde! -bastante tiene ese día ya, como para que lo adornemos con nuevas emociones-.
Que tengas un buen día.
Ya sé que tú escribes estas cosas para animarnos a los que tenemos 15 tareas pendientes imposibles de acometer, para que comparemos con tus 24 y nos sirva de remedio para nuestras tristezas(que para eso es tu blog).
ResponderEliminarPorque ni al diablo se le ocurre y menos a un "balancero"( hacedor de balances) como tú, hacerlo sin que conste el DEBE y el HABER.
Y no nos cuentas el haber.
Y haberlo, "haylo", como las meigas.
Claro que, para trabajar el Haber te propongo añadir una tarea más al Debe "vincular tu alegre voluntad" y desde ahí, pasar a encontrar 25 Haber, para que al menos cuadre el balance.
Ingresos menos Cargos igual Beneficios. Aunque te salga beneficio cero.
Me gustaría verte estas vacaciones. Te llevaría mi balance y quisiera charlar. Pero tenemos que hacer los deberes completos, los dos.
Yo me comprometo, tú me dices si es que, también.
Cuando ya no tengas que hacer los de 4º de Primaria, porque se cierra la Ikastola.