- Tengo que dar un cambio radical a mi vida.
Lo dijo muy serio, mientras se quitaba el jersey. Pese a la cercanía del fin de año, me pareció una reflexión demasiado profunda para un niño de 9 años, aunque la birria de notas que traía daban para decir eso y más. Le pregunté a ver dónde había oído eso del cambio radical, y me contestó que no sabía, pero que jugar de extremo había acabado con su paciencia, porque ahora todos los niños quieren jugar por el centro, como el Barça, y nunca le llegaba una pelota en condiciones.
Aproveché para decirle que los cambios radicales son muy malos, porque si luego no enraizas en ningún lado te quedas con las paticas al aire, como la señora de ayer del eroski, y todo el mundo te lleva de aquí para allá, y nunca sabes cómo vas a terminar.
Como tantos españoles no premiados con la Lotería, acabamos el día jugando al blokus degustando entre sonrisas la vida cochambrosa que compartimos con cariño.
Lo dijo muy serio, mientras se quitaba el jersey. Pese a la cercanía del fin de año, me pareció una reflexión demasiado profunda para un niño de 9 años, aunque la birria de notas que traía daban para decir eso y más. Le pregunté a ver dónde había oído eso del cambio radical, y me contestó que no sabía, pero que jugar de extremo había acabado con su paciencia, porque ahora todos los niños quieren jugar por el centro, como el Barça, y nunca le llegaba una pelota en condiciones.
Aproveché para decirle que los cambios radicales son muy malos, porque si luego no enraizas en ningún lado te quedas con las paticas al aire, como la señora de ayer del eroski, y todo el mundo te lleva de aquí para allá, y nunca sabes cómo vas a terminar.
Como tantos españoles no premiados con la Lotería, acabamos el día jugando al blokus degustando entre sonrisas la vida cochambrosa que compartimos con cariño.
Me ha encantado lo de la "vida cochambrosa que compartimos con cariño"
ResponderEliminarHas estado "sembrao".