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recuerdos

Todos los famosos recuerdan su infancia. Lo felices que eran jugando en la calle y rompiendo pantalones o las estrecheces que pasaron en su casa.

Como le pasaba a Andy Whittaker, yo poseo, como todo testimonio de mi existencia en el pasado, unas cuantas fotos en blanco y negro y un libro de escolaridad.

Eso hace que me retraiga bastante en las relaciones, porque en las cenas, cuando la gente se pone a hablar de sus recuerdos, llegan tan atrás que me acomplejo. Y no me queda más remedio que inventarme los míos, como hacía el protagonista de El lamento del perezoso. Y luego tengo que grabar esas ficciones en la memoria por si alguien me las repite algún día:

- anda!, como cuando tú te estrellaste yendo en bici..

Y la mitad del personaje que soy es pura novela.

Triste, ¿no? Y creativo.

Comentarios

  1. A mí lo que más me agobia es cuando mi hija comenta por ejemplo:
    " Jo! cuando pedí al Olentzero una lavadora y vosotros me pusisteis una freidora. Vaya desilusión"
    Y yo me acuerdo de la freidora, que había que ponerle agua y saltaba como si friera y venía ya el huevo frito en plástico. Me pareció un juguete maravilloso y sin enterarme de la chafada que vivía mi hija. ¡Vaya sensibilidad, tú!

    Y ponen más ejemplos, y yo pensando que he vivido una vida paralela con ellos. me escudo en que la propia responsabilidad de criarlos podría hacer que se te escaparan detalles; para los adultos insignificantes y para los pekes significativos.

    Menos mal que luego también dijeron: "¿Y qué habéis hecho vosotros para que no fumemos ni nos droguemos?". Y claro, decir, no recuerdo que hubiéramos dicho mucho, lo único; ni fumar, no drogarnos. Que quizás es lo que más funciona.
    Pero tampoco es seguro, porque hemos hecho mucho monte y no es el deporte que más practiquen.

    Vamos que la vida y sus recuerdos ¡son tan subjetivos!.
    Y si tú los apañas, ¡qué no harán los famosos para adornar las entrevistas y los chisposos después de una cena!

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  2. Pues, según Cela, " A siete años de un suceso, el suceso ya es otro." Así que, tranquilo por tu mitad novelada.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.