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El Txo

El Txo es una de esas personas entrañables que uno se encuentra en cualquier lugar de trabajo. En lugar de poner "El Txo, fisioterapeuta", en el bolsillo izquierdo de la chaqueta, como todo el mundo en el Hospital, lleva en su zueco escrito: "el Txo", como diciendo, a quien quiera mirarle a los pies, aqui estoy yo. Y despelucado, porque no le da tiempo a peinarse, tan pronto se levanta por las mañanas, recorre el pasillo de rehabilitación arriba y abajo una y otra vez con el único objetivo de no encontrarse con nadie, ni fisio ni paciente, que le dé que pensar o que trabajar. El empeño es imposible, porque el pasillo mide diez metros y hay cuatro boxes con aparatos a la derecha, todos llenos de personas lesionadas diciendo ay, ay, y cosas parecidas, y no hay uno, ni dos, sino cuatro recuperadores, contándole a él, recorriendo el mismo pasillo. Y a pesar de todo lo consigue, qué bárbaro. En la hora larga que me ocupan los tres aparatos, no veo al Txo ocuparse de nada. Ni a ninguna de sus compañeras molestarle con comentarios como a ver si haces algo o ya está bien de mirar.

Un figura.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.