Ir al contenido principal

Pelos

Siempre me ha llamado la atención el empeño de algunos calvos por dejar crecer mucho el pelo en aquellas partes de su cráneo en que todavía lo hace. El taxista que me llevó también. Sólo que los pelos le crecían en la parte frontal de la nariz, algo que no había visto nunca, y en las cejas, que peinaba hacia atrás y hacia arriba, como Quevedo los bigotes.  Condujo como un bruto y diciendo palabrotas, pero llegamos en seguida. Y no se le movió un pelo, aún con la ventana bajada. Al menos que yo notara.

Comentarios

  1. ¡Por Dios, por favor, por Thor y por Odín!

    ¡¡¡¡¡qué clase de individuo has descrito!!!!!!!

    Luego se duda de dónde le acaba la cara a un calvo....
    ¡A éste le empieza la cara debajo de las cejas!

    Hoy tengo pesadillas, seguro.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.