Estaba disfrutando de la conversación que me daban mis anfitrionas. Pero les pedí cortesmente que se ausentaran unos minutos y me dejaran hacer mis ejercicios de osteopatía antes de que llegaran las alumnas, que habían salido a tomar un café. Les pedí también que vigilaran en la puerta para que no entraran y me pillaran tirado en el suelo.
Ni puto caso. Se fueron dejando la puerta abierta y una alumna entró sin que yo me diera cuenta y me vio como estaba, con la cara congestionada estirando la columna, y los puños apretados a la altura de la oreja, todo lo largo que soy, que no lo soy mucho.
Hala, a inventar algo.
- Uy, por Dios!, ¿se ha caído usted?
- No, no se preocupe, me estaba estirando un poco.
- Jesús, cómo se estiran en Bilbao...
Ni puto caso. Se fueron dejando la puerta abierta y una alumna entró sin que yo me diera cuenta y me vio como estaba, con la cara congestionada estirando la columna, y los puños apretados a la altura de la oreja, todo lo largo que soy, que no lo soy mucho.
Hala, a inventar algo.
- Uy, por Dios!, ¿se ha caído usted?
- No, no se preocupe, me estaba estirando un poco.
- Jesús, cómo se estiran en Bilbao...
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