Clac, clac
- Lali, guapa, te acabas de cargar dos costillas.
Lali tiraba de las correas que sujetaban al enfermo al aparato de tracción con toda la fuerza que le daban sus cien kilos.
- No me jodas.
- Pues sí, pero no te importe, tú sigue tirando que tengo más.
Lali no llevaba una semana muy buena, ya había roto varias cosas.
Es triste la vida de una fisioterapeuta voluminosa encargada de un aparato de tracción.
Así que mejor que te toquen enfermos comprensivos.
- Lali, guapa, te acabas de cargar dos costillas.
Lali tiraba de las correas que sujetaban al enfermo al aparato de tracción con toda la fuerza que le daban sus cien kilos.
- No me jodas.
- Pues sí, pero no te importe, tú sigue tirando que tengo más.
Lali no llevaba una semana muy buena, ya había roto varias cosas.
Es triste la vida de una fisioterapeuta voluminosa encargada de un aparato de tracción.
Así que mejor que te toquen enfermos comprensivos.
Le has cogido manía a Lali, tú sabrás por qué. Porque por muy poderosas que sean las enfermeras de rehabilitación, luego tienen unas manos superdelicadas y todo lo hacen con ternura, ni rompen costillas ni parten en dos a los pacientes.
ResponderEliminarNo deberías morder la mano que te cura.
Quizá sea pura estrategia: ¿que vienes por la ciática? pues te distraigo un poco con el dolor intercostal de la costilla que me he cargado. Y es que..., ¡todo es tan relativo...!
ResponderEliminarVamos, que si sigues con la Lali, acabarás olvidando el origen de tu penar.
Que pases un buen no martes, no jueves.