Ir al contenido principal

Ambientazo (2)

Y además, desde la parte de atrás de la ambulancia no solo oyes las conversaciones, sino que ves las manos moviéndose en el aire, y las caras de esos hombres y mujeres cargados de sabiduria:

- ahora los jóvenes no saben nada, les enseñas una azada y no saben lo que es, dijo Patrocinio, de San Juan.


- ni poner un puchero de alubias saben, añadió Conchi, de Kabiezes.

- vosotras si que no sabéis nada, que no sabéis ni leer, intervino Armando, de Portugalete, que estaba sentado en medio de las dos.

En la que se ha metido, pensé yo.

- oye tú, que yo las letras ya me las sé,  le contestó Conchí con un poco de rabia.


. y qué que no se leer, yo he trabajado toda mi vida, hasta el año 50, que soy hija de labradores, le dijo indignada Patrocinio. Lo que me da rabia es no saber nadar, a mis 87 años...

Y al llegar al Hospital, pelillos a la mar, y nos despedimos con besos. Y con que te vaya bien y que no te hagan daño.

Comentarios

  1. Ya me parecía a mí que lo de ponerte atrás no era como de chico malo.

    Ibas a observar y no perder detalle de lo que se cuece delante.
    Que por "sierto", la filosofía popular ¡mira que es rica!
    ¡Menuda "ilustrasión"!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.