Ir al contenido principal

Quitarse el muerto

- Buenos días, señorita, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología ahí mismo, en el ambulatorio, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que no me podían dar la hora, que ya me llamarían, y como ya es martes y no me han llamado...

- ¿pero usted de donde es?

- yo soy de Bilbao, como ya habrá notado por mi estilo ponderado y mi educación, pero los azares de la vida me han llevado hasta el Valle de Trápaga.

- ah, pues tiene usted que llamar allá. Le paso.

Le pasa.

Música de los Bee Gees.

Puf.

- Dígame.

- Buenos días, señorita, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambulatorio de Ortuella, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que no me podían dar la hora, que ya me llamarían, y como ya es martes y no me han llamado...

- ¿pero usted donde vive?

- enfrente del ambulatorio. De hecho, desde mi ventana le veo a usted hablándome. Por cierto, qué bien le sienta esa sudadera verde de Quick Silver.

- Muchas gracias, caballero, ¿y el médico dónde le ha visto?

- En Ortuella, como ya le he dicho.

- Pues tiene usted que llamar allí.

- Es lo que he hecho, pero ellos, amablemente, me han puesto con usted.

- Pues estonces tiene que llamar a Cruces, a centralita.

Llama Serafín a Cruces, a Centralita.

- Cruces, dígame.

- Buenos días, señorita, no sé con quien me tiene que poner usted. Verá, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambulatorio de Ortuella, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que...

- Le pongo con consultas externas de traumatología.

Le pone.

Musica de Boney M.

No ganamos para sustos.

- Trauma.

- Buenos días, señorita, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambulatorio de Ortuella, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que no me podían dar la hora, que ya me llamarían, y como ya es martes y no me han llamado...

- le pongo con la que atiende los faxes.

Le pone.

Música de Georgie Dann, porque como ya es casi verano...

Dos minutos con música de Georgie Dann.

Al borde del ataque de ansiedad, no contesta la que atiende los faxes, porque son las 11 y estará en el café.

Rebota la llamada.

Y se rebota Serafín.

- Digame.

- Buenos días, señorita, perdone si me nota alterado, usted no tendrá la culpa, porque lo bueno del sistema que estamos montando entre todos consiste en complicarlo todo de tal modo que nunca tiene nadie la culpa de nada, que ya les voy a dar a ustedes un curso de calidad en cuanto me ponga bueno, "calidad, responsabilidad y culpa" lo voy a titular. Me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambula...

- A ver, a ver, que esto es centralita. Le han rebotado la llamada.  Llame usted a este número, que es el directo.

Se lo da.

Llama.

- Trauma.

- Buenos días, señorita, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambulatorio de Ortuella, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que no me podían dar la hora, que ya me llamarían, y como ya es martes y no me han llamado...

- Le pongo con la que recibe los faxes.

Le pone.

Música.

Otra vez Georgie Dann.

Dios bendito.

- Dígame.

- Buenos días, señorita, me llamo Serafín Lavado y estuve ayer en la consulta de Traumatología en el ambulatorio de Ortuella, y el médico me dijo que me citaba para el jueves en Cruces. En Citas me dijeron que no me podían dar la hora, que ya me llamarían, y como ya es martes y no me han llamado...

- Dígame el nombre.

- Serafín Lavado.

- De segundo.

- De Lejía

- ¿Elegía?

- No. De - Lejía. Como el portero del Atlético de Madrid.

Busca.

Ruido de papeles.

- Si, aquí está. Tiene usted que venir el 23 de julio de 2018, a las 9:40.

- Perdone, pero el doctor me dijo que la cita era para el jueves, pasado mañana.

Risas de fondo de todo tipo.

- ¿Qué doctor? (entre risas)

- No sé el nombre.

- Pues lo pone en el volante.

- Pero es que no tengo el volante delante.

Más risas de fondo.

- Pues sin volante...

- Pero si usted si lo tiene señorita.

- Pues es verdad. A ver... sí, doctor Meniscos. A ver, si... ver urgente el jueves. Ya está. Tiene usted que venir el jueves 19 a las 12:40.

(continuará...)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hablando de ropa

  Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o

Vamos hombre

Egun on, Mikel. Cada vez estoy más harto de la vida en sociedad. Impone unos rigores del todo antagónicos con mi personalidad, o estado. Hasta en la tribuna. Resulta que en un córner, la pelota, después un despeje, un remate, rebotar en dos cuerpos y pegar en el larguero, fue rechazada por nuestro portero con gran alivio de la hinchada local y gran enojo de los visitantes, que reclamaban la concesión del gol. Una de estas últimas demandantes estaba sentada a mi derecha. Como estábamos a setenta metros del lugar de los hechos, más o menos desde donde se sacó esta foto, como desde ahí es imposible saber si lo que se mueve es un futbolista o un conejo, como la línea de gol no se ve porque la portería está en cuesta, como la señora portaba unas gafas cuyos vidrios eran tan gruesos como los de las mías y como parecía una mujer amable pese a sus gritos desaforados, me atreví con un comentario bienintencionado con el que aliviar esa tensión que amenazaba con provocarle una arritmia cardiaca,

Y no sé qué es peor.

Egun on, Mikel. Aquel día de finales de junio amaneció con el cielo limpio y el suelo seco. Desde el balcón oía a algunos, de esos que hacen comentarios en voz alta mientras sus perros se alivian, suspirar y decir que ya era hora, porque la semana anterior estuvo pasada por agua y las temperaturas bajaron hasta los quince grados, y ambas cosas, entrado el verano, desasosiegan a los humanos más vulnerables. A otros les da igual. Particularmente, a muchos varones de más de 50 años y algo desinhibidos que, en cuanto el termómetro pasa de los 25 grados dos días seguidos, y ven en el calendario que están en junio, sacan de la parte de arriba del armario la caja donde guardan su media docena de pantalones cortos vaqueros con dobladillo por encima de la rodilla, y sus camisas de cuadros de manga corta, planchan las prendas, o se las hacen planchar, se las ponen, y ya no se las quitan hasta después del veranillo de San Martín, en noviembre.  Vestidos de esa guisa, y debajo del paraguas, porque