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vino dulce

Uy, Goya, qué rico, me dijo la cajera del súper, yo de joven tomaba Goya, y Cariñena y Málaga Virgen, y estuve por decirle que así has terminado, hija, que no das una ni con el lector de códigos de barras ni con lo que cobras, pero no, le dije que una copita de Goya después de comer, con media docena de nueces y unas pasas, aunque acorta la vida en varios meses (esto ya debe estar estudiado por investigadores ociosos de alguna universidad americana que sea prestigiosa, que si no no vale) la hace infinitamente más placentera.

Y entre siete que hacían cola le quitaron mi Goya, del que bebía a morro, mientra yo iba a por otra botella para mí y unas pastas de té para ella, para que se le pasara el morao y pudiera seguir trabajando.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.