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gomina

En uno de mis últimos días de profesor en ejercicio, qué tiempos, vigilaba un examen, y me notaba sumido en una inmensa inquietud, en un desasosiego interior para el que no encontraba explicación.

Y cuando un alumno me pidió permiso, una vez terminado su ejercicio, para ir al baño, me dí cuenta de que en él estaba la causa. Más que en él, en su peinado. O mejor dicho, en su despeinado, que yo no sabía si atribuir a que se había puesto la gomina por la noche y había dormido con ella puesta o a un mal consejo de su peluquera, o a las dos cosas.

No me atreví a preguntarselo, porque me pareció de mal gusto, pero la sonrisa que me devolvió la otra profesora que vigilaba el examen me hizo pensar que me había leído el pensamiento.

Comentarios

  1. Al leer esta entrada he sentido un "déjá vu" que dicen los franceses, eso de haber vivido ya esa experiencia.

    Y ha estado muy bien, porque he ido al antiguo EGUNON y he leído unos cuantos superdivertidos de la época anterior.

    He pasado un buen rato, ¡Vive Dios!

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.