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Arantza (2)

Escribí una vez que Arantza mostraba cómo los cerebros de los maestros de Infantil están tan desarrollados que permiten a sus propietarios hacer dos cosas a la vez. Ella añadía a esa cualidad sin par la de sacar cosas nuevas de la nada, o algo parecido: de unos listones de madera unas estanterías y de diez rotuladores un pasamontañas.

La vida, la muerte más bien, le ha arreado una buena, la hijaputa. Y a lo mejor le cuesta un poco estos días enhebrar la aguja. Pero nos ha enseñando a tantos a coser, y a cantar, que son dos cosas que se hacen juntas, que entre todos hemos hecho un colchon para que se deje caer en él, y unas mantas, para arroparle y decirle que cierre los ojos, que no tenga miedo, que nos quedamos nosotros.

Comentarios

  1. Nos tendrá a su lado amigos y compañeros, dándole el calor de la amistad.

    Con la esperanza de que le ayude a llevar de otro modo, esa soledad en ausencia de Joseba, que no la llena nadie.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.