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mi tercer avatar: la cantinera


Cada vez que tengo diez minutos libres voy a un bar y pido un cortadito, si es antes de las 11 de la mañana, una coca-cola light, si es entre las 11 y las 17:00 y un Martini con Campari si es de 17:00 en adelante. Lo hago aunque no me apetezca tomar nada, porque me gusta ver trabajar al camarero. Los llamados bar-man son quienes mantienen mi fe en el género humano en tiempos de zozobra.

Es lo que siempre he querido ser. Camarero, o taxista en Ávila, una de las dos.


En casa pongo los desayunos y hago las cenas, pero no es lo mismo, porque faltan la inmediatez y el cuerpo a cuerpo, donde se pone en juego de verdad todo el saber estar del primer cuerpo y del segundo cuerpo, humanos los dos, se sobreentiende.

- Joven, ¿de qué son los sandwiches?


- De billetes de mil pelas... digo, de lechuga. Vegetales son.


- Pongame dos, haga el favor.


- Marchando, guapa.

- Y ponga una botellita de agua.

- ¿Con agua?

- No, con café con leche, no te jode, a ver si estás más a lo que estás y te dejas de bromitas y confianzas, perillán.

Cuando asistí a esta conversación mientras esperaba el autobús en la cantina de la estación recordé que la gente es buena por naturaleza. Al menos si trabajan detrás de la barra de un bar.

Comentarios

  1. Pues en Zaragoza capital, en el tubo ¿dónde si no?, los camareros-ras no tienen término medio. Encantadores hasta el asombro o alicaídos. Por no utilizar otro término para que no se enfaden los maños. Sosos como acelgas como si no fueras a pagarles o con una disposición para agradar sublime.

    En lo que coincidían unos y otros era en cobrarte las tapas a precio de oro.
    Es verdad que buenas estaban, buenísimas; pero las primeras que tomas se te indigestan cuando dices ¡cóbrame! y te sueltan: 18.50 euros. Por dos croquetas, una tapa y dos cervezas.

    Y los cafés a 2.75 cada uno. ¡Claro que eran frente al Pilar!. Nada que decir, entiendo que te cobran las vistas.

    Lo curioso ha sido el comentario que hemos oído mientras tomábamos el café. "Ven, ven por aquí.. que entre bajar tres peldaños por allí y aquí ninguno; que vas viendo las avutardas y te arreas una...". Y dicho y hecho, al poco rato: policías , bomberos y ambulancia par atender a una señora que se ha abierto la cabeza por no ir acompañada por la buena consejera de las avutardas.

    Y pregunto yo ¿es típico de Aragón el dicho de "ir viendo las avutardas" por estar despistado. ¡Qué gracia me ha hecho, majica!

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.