La Alhóndiga es un espacio lúdico, cultural y deportivo que han inaugurado recientemente en el centro de Bilbao, en un antiguo almacén de vinos. Un sitio precioso que no puedes dejar de visitar si vienes a Bilbao, cosa que no deberías dejar para mañana si la puedes hacer hoy, que luego te mueres y a ver con qué cara de bobo te presentas en el más allá.
En las reuniones de puesta en marcha de esta instalación idearon un novedoso sistema para evitar que las personas se saltaran las normas que regulan el paso de unas zonas a otras. Porque en La Alhóndiga, si pagas piscina no puedes usar solarium y si pagas solarium no puedes usar piscina. Y si quieres usar los dos espacios, tienes que pagar lo estiupulado para el uso de dos espacios. Así de sencillo.
Y el sistema ideado funciona, porque el otro día, a un individuo inmaduro, o que no había estudiado Educación para la Ciudadanía, se le ocurrió pasar de piscina a solarium, haciendo caso omiso de la prohibición, y la cayó encima la puerta que separa ambos espacios.
Toma, por incívico.
Ahora se piensa, en la tercera planta del Hospital, si saltarse alguna otra prohibición en el futuro.
Y la gente, en la Alhóndiga, va con la entrada entre los dientes.
Por si acaso le reconoce una puerta.
¿Cómo nos iría en la vida si cada acción objetiva realizada tuviera siempre reacción causa-efecto?
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