Ir al contenido principal

idiotas, pero señores


- Mapfre, buenos días, le atiende Anselmo Jiménez, dígame.


- Hola, Anselmo. Que se me ha estropeado el coche y bla, bla...


- ¿Sería tan amable de decirme la matrícula del vehículo?


Se la digo.

- ¿A nombre de quien?


Le digo mi nombre

- ¿Puede estar a nombre de otra persona?

Le digo el de mi esposa.

- ¿Qué relación tiene con ella?


- Buena

- ¿No puede ser un poco más preciso?

- Pues ya sabe cómo son las cosas, después de veinte años de convivencia. Hay días buenos, malos y regulares. Pero como lo que cuenta es el conjunto...

- Me refería a si están casados.


- Sí, pero por el rito sufí. Cosas de mi suegra. ¿Está homologado?

- Sí, pero tendrá que pagar un suplemento de veinte euros, porque el seguro de asistencia en viaje no cubre estas excentricidades.

- Hombre, yo pensaba que eran ustedes más serios.

- También nosotros pensábamos que era usted más serio. Y ya ve, no nos queda otra que aguantarnos. Yo sus tonterías y usted las mías.


Me dijo dónde me recogería el taxi y quedamos como señores. Idiotas, pero señores.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.