- Mapfre, buenos días, le atiende Anselmo Jiménez, dígame.
- Hola, Anselmo. Que se me ha estropeado el coche y bla, bla...
- ¿Sería tan amable de decirme la matrícula del vehículo?
Se la digo.
- ¿A nombre de quien?
Le digo mi nombre
- ¿Puede estar a nombre de otra persona?
Le digo el de mi esposa.
- ¿Qué relación tiene con ella?
- Buena
- ¿No puede ser un poco más preciso?
- Pues ya sabe cómo son las cosas, después de veinte años de convivencia. Hay días buenos, malos y regulares. Pero como lo que cuenta es el conjunto...
- Me refería a si están casados.
- Sí, pero por el rito sufí. Cosas de mi suegra. ¿Está homologado?
- Sí, pero tendrá que pagar un suplemento de veinte euros, porque el seguro de asistencia en viaje no cubre estas excentricidades.
- Hombre, yo pensaba que eran ustedes más serios.
- También nosotros pensábamos que era usted más serio. Y ya ve, no nos queda otra que aguantarnos. Yo sus tonterías y usted las mías.
Me dijo dónde me recogería el taxi y quedamos como señores. Idiotas, pero señores.
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