Ir al contenido principal

el rosario del señor alcalde

La pasada semana tuve que atravesar Lleida en coche. Y en cada semáfono me encontraba un grupo de musulmanes rezando. Se extendían de tal modo sobre la calzada que molestaban bastante el tráfico rodado. Era su manera de protestar contra el alcalde, que no pone a su disposición un sitio más propio para dirigirse al Todopoderoso. Y a mí me vino bien, porque aprendí dónde está La Meca vista desde Lleida.

- Yo rezo en mi casa, dicen que dijo el primer edil.

La bronca empezó cuando la policía municipal hizo un control rutinario de aforo en una mezquita, hábil para acoger a doscientos y pico fieles orando extendidos. Y había 1200. Claro, multa al canto y cierre del local.

Y los musulmanes enfadados:

- Pues que nos den un local más grande. Qué culpa tenemos nosotros de que el Islam se extienda tan rápido por esta tierra...


- Claro,
dijo el alcalde, pero si os doy a vosotros tengo que dar otro a los Testigos de Jehová, que son más antiguos (coñazo de país con el rollo de la antigüedad, oye), y otro para los adventistas del Séptimo Día, por lo de los derechos adquiridos...

Y luego dijo aquello de que yo rezo en mi casa por las tardes. Vaya. Qué pena que no tenga el alcalde un asesor para asuntos religiosos, o un amigo teólogo que le diga por ahí no cuando se mete en estos jardines.

Ahora andan los imanes llamando a la calma y a la paciencia a todos los musulmanes de la Terra Ferma. Y piensan en alguna protesta pacífica, como la de rezar en el descansillo del piso del alcalde mientras éste está con el rosario, a las siete.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.