La pasada semana tuve que atravesar Lleida en coche. Y en cada semáfono me encontraba un grupo de musulmanes rezando. Se extendían de tal modo sobre la calzada que molestaban bastante el tráfico rodado. Era su manera de protestar contra el alcalde, que no pone a su disposición un sitio más propio para dirigirse al Todopoderoso. Y a mí me vino bien, porque aprendí dónde está La Meca vista desde Lleida.
- Yo rezo en mi casa, dicen que dijo el primer edil.
La bronca empezó cuando la policía municipal hizo un control rutinario de aforo en una mezquita, hábil para acoger a doscientos y pico fieles orando extendidos. Y había 1200. Claro, multa al canto y cierre del local.
Y los musulmanes enfadados:
- Pues que nos den un local más grande. Qué culpa tenemos nosotros de que el Islam se extienda tan rápido por esta tierra...
- Claro, dijo el alcalde, pero si os doy a vosotros tengo que dar otro a los Testigos de Jehová, que son más antiguos (coñazo de país con el rollo de la antigüedad, oye), y otro para los adventistas del Séptimo Día, por lo de los derechos adquiridos...
Y luego dijo aquello de que yo rezo en mi casa por las tardes. Vaya. Qué pena que no tenga el alcalde un asesor para asuntos religiosos, o un amigo teólogo que le diga por ahí no cuando se mete en estos jardines.
Ahora andan los imanes llamando a la calma y a la paciencia a todos los musulmanes de la Terra Ferma. Y piensan en alguna protesta pacífica, como la de rezar en el descansillo del piso del alcalde mientras éste está con el rosario, a las siete.
- Yo rezo en mi casa, dicen que dijo el primer edil.
La bronca empezó cuando la policía municipal hizo un control rutinario de aforo en una mezquita, hábil para acoger a doscientos y pico fieles orando extendidos. Y había 1200. Claro, multa al canto y cierre del local.
Y los musulmanes enfadados:
- Pues que nos den un local más grande. Qué culpa tenemos nosotros de que el Islam se extienda tan rápido por esta tierra...
- Claro, dijo el alcalde, pero si os doy a vosotros tengo que dar otro a los Testigos de Jehová, que son más antiguos (coñazo de país con el rollo de la antigüedad, oye), y otro para los adventistas del Séptimo Día, por lo de los derechos adquiridos...
Y luego dijo aquello de que yo rezo en mi casa por las tardes. Vaya. Qué pena que no tenga el alcalde un asesor para asuntos religiosos, o un amigo teólogo que le diga por ahí no cuando se mete en estos jardines.
Ahora andan los imanes llamando a la calma y a la paciencia a todos los musulmanes de la Terra Ferma. Y piensan en alguna protesta pacífica, como la de rezar en el descansillo del piso del alcalde mientras éste está con el rosario, a las siete.
Comentarios
Publicar un comentario