Ir al contenido principal

si. o no

Me baje en Iglesia, y dejé atrás la Glorieta del Pintor Sorolla para enfilar por el Paseo de Martínez Campos, cuando una señora se dirigio a mí para, señalando con el dedo hacia allí, preguntarme algo. Yo solo alcancé a entender que acababa por "147?"

No sabía si el 147 se refería al número de la calle o al de un autobús de linea. Tampoco me dió tiempo a pensar, ni me lo dí.

Pude contestar:

- perdone, pero no le he entendido nada, ¿me puede repetir la pregunta?

O desentenderme directamente y decir:

- lo siento, pero no soy de aquí.


o,

- perdone, pero tengo un día horrible y no sé ni donde estoy.


Pero me sentí plúmbeo, agotado e incapaz de nada, y contesté que sí, y ella me quedó muy agradecida.

Qué cabrón, diréis.

Pues me parece un juicio precipitado, porque si era que sí...

Comentarios

  1. Yo sé de uno que en Bilbao le preguntaron por la catedral y a sabiendas, le mandó a San Mamés, cuando estaba muy claro que preguntaba por Santiago.

    Se quedó tan pancho mientras comentaba que en El Botxo, todo el que viene de fuera tiene que saber, que la catedral es el campo San Mamés. Y si no, que aprenda a preguntar bien.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.