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amor en el tren

En el mes de agosto la saturación de esfuerzos produce estragos, es lo que tiene la acumulación de calor y fatiga, sobre todo entre los trabajadores del turismo y del transporte. Hace unos días, los viajeros de un tren de Barcelona a Milán se despertaron en Zúrich, y los que iban a Zúrich no se despertaron en Milán porque uno que se levantó a hacer pis se dió cuenta de la cagada y tiró de la anilla de emergencia para detener el tren.

Uno que iba a Milán a casarse con su novia de toda la vida conoció a otra mujer en Suiza mientras jugaban, al día siguiente, a "de quien es esta maleta". Lo dejó todo y se casó con ella, diciendo a la novia de siempre que lo había pensado mejor, y que Milán estaba muy lejos y siempre hace frío.

De la boda hicieron padrino al guarda-agujas de Lyon, que fue el que montó todo el follón por un despiste.

Y se fueron a vivir a un piso cerca del intercambiador de Medina del Campo.

Qué envidia.

Comentarios

  1. Y pusieron de música nupcial:

    "¡qué gusto da viajar, cuando se va en el tren, pues parece que el amor, con su dulzón vaivén, laralaralará, del chacachá del tren!" del Consorcio.

    ¡Tut, tut!

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  2. Y ya en el futuro, sus hijos le dirán: "Papá, vuelve en tren", y claro, a su señora le correrá un escalofrío. Que quien hace un cesto...

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.