A un señor de San Vicenç dels Horts lo detuvieron por andar quemando contenedores de basura. Esto no es noticia, porque a todos los que queman contenedores de basuras deberían detenerlos, para que no sigan quemando nada, y para que reciban un curso de sensibilización y reeducación acerca de los efectos del fuego en nuestro entorno, curso que debería contener una práctica sobre cómo apagar las llamas que se te manifiestan, si fuera el caso, en los pelos de la axila.
Tampoco es noticia el móvil de la fechoría, porque quemar contenedores es una cosa muy socorrida para manifestar descontentos. En agosto, en Vitoria y en Bilbao, a pesar del calor que hacía, los quemaron para sumar esfuerzos en pro de la liberación nacional. Otras veces lo hacen para protestar porque la policía te molesta con sus cuitas, y en el caso de nuestro amigo era porque le soliviantaba la subida de tasas municipales de recogida de basura.
Lo que si es noticia es que el detenido tiene 82 años, lo cual invita a mirar el tema con algo de ternura, que era lo que no tenían estas líneas hasta este momento. Imagínate, un venerable anciano con La Vanguardia envolviendo la barra de pan en una mano y un cóctel molotov en la otra, dispuesto a empezar un nuevo día. Porque el hombre se levantaba temprano, y entre las seis y las ocho de la mañana introducía un objeto inflamable debidamente inflamado dentro del contenedor, con los efectos que son de imaginar, teniendo en cuenta que san Vicenç dels Hots no es el Valle de Trápaga, donde vacían los contenedores, con gran estrépito, a las seis de la mañana. Allí deben estar todos llenos y el fuego prendía con ganas, llevándose también por delante, hoy un coche, mañana una bicicleta de montaña y pasado el carrito del helao.
Imagino que le caerá un buen chorreo, que le quitarán unos euros de la pensión para que no tenga para cerillas y que lo mandarán a casa. O que le caerá una pena de servicios a la comunidad, y lo pondrán de vigilante en una playa, o de soplador de hojas en los parques infantiles.
Tampoco es noticia el móvil de la fechoría, porque quemar contenedores es una cosa muy socorrida para manifestar descontentos. En agosto, en Vitoria y en Bilbao, a pesar del calor que hacía, los quemaron para sumar esfuerzos en pro de la liberación nacional. Otras veces lo hacen para protestar porque la policía te molesta con sus cuitas, y en el caso de nuestro amigo era porque le soliviantaba la subida de tasas municipales de recogida de basura.
Lo que si es noticia es que el detenido tiene 82 años, lo cual invita a mirar el tema con algo de ternura, que era lo que no tenían estas líneas hasta este momento. Imagínate, un venerable anciano con La Vanguardia envolviendo la barra de pan en una mano y un cóctel molotov en la otra, dispuesto a empezar un nuevo día. Porque el hombre se levantaba temprano, y entre las seis y las ocho de la mañana introducía un objeto inflamable debidamente inflamado dentro del contenedor, con los efectos que son de imaginar, teniendo en cuenta que san Vicenç dels Hots no es el Valle de Trápaga, donde vacían los contenedores, con gran estrépito, a las seis de la mañana. Allí deben estar todos llenos y el fuego prendía con ganas, llevándose también por delante, hoy un coche, mañana una bicicleta de montaña y pasado el carrito del helao.
Imagino que le caerá un buen chorreo, que le quitarán unos euros de la pensión para que no tenga para cerillas y que lo mandarán a casa. O que le caerá una pena de servicios a la comunidad, y lo pondrán de vigilante en una playa, o de soplador de hojas en los parques infantiles.
Pienso yo que un venerable señor de 82 años convertido a pirómano puede ser debido a el desencanto de observar una sociedad donde valores como: el esfuerzo, la disciplina y los buenos modales se han ido al garete.
ResponderEliminarY visto que no está en su mano cambiarla, se dedica a quemar los deshechos de esa sociedad, en un acto simbólico de catarsis de la misma.
Me provoca ternura y admiro su vitalidad por mantenerse con esos años, activo frente a una sociedad mejorable.