Ayer tocó Bustamante en la plaza del pueblo. Y fuimos todos. Batasunos y peperos. Españoles y vascos. Más españoles que vascos, más vascos que españoles y tan vascos como españoles. Nacionalistas de una nación y nacionalistas de la otra. Madres con niños y niñas con padres. Adolescentes con pareja y sin pareja. Jóvenes y viejos. Concejales y taberneros. Inmigrantes y de aquí. Y de ahí, de Cantabria. Los peruanos de las barracas de feria. Los de Iberdrola y los que les roban los cables de los transformadores. Profesionales del servicio doméstico y de las nuevas tecnologías aplicadas al diseño industrial. Profesores y alumnos. Y bedeles. Enfermos de estrés y de leucemia. Porretas y abstemios. Alcohólicos y vegetarianos. Estuvo hasta la presidenta de la AMPA del Colegio, y los paletas que están trabajando en la fachada de mi casa.
Porque hay tres cosas, al menos, en las que todos somos iguales. A los ojos de Dios, ante la Ley, y delante de la tele.
Porque hay tres cosas, al menos, en las que todos somos iguales. A los ojos de Dios, ante la Ley, y delante de la tele.
Comentarios
Publicar un comentario