Ir al contenido principal

Yo no prometo nada


Estos cuatro esforzados de las cumbres corrían al lado de Schleck y Contador con este peculiar bañador. A lo mejor habían hecho una promesa.

Un joven de Santurtzi se casó en Muskiz disfrazado del Athletic, y con zapatillas de futbito. Su novia iba disfrazada de novia, con un vestido blanco de 10 euros de los chinos, y con playeras. En este caso está confirmado que lo peculiar del atuendo, en el caso del novio, era "por una promesa que había hecho". Y dice su tía que "la gente se tendrá que acostumbrar a este tipo de cosas".

Jesús.

Es lo que tiene vivir en una sociedad democrática en la que cada uno hace lo que le da la gana.

Yo por si acaso no prometo nunca nada.

A nadie.

Comentarios

  1. También los jugadores de la roja prometieron "hacer el Camino de Santiago", tirarse el paracaídas" y unas cuantas cosas más, si llegaban a campeones.

    En un momento de apasionamiento hay que controlar mucho lo que se dice, sobre todo a la prensa, que los amigos pueden perdonarte; pero si ya ha salido en grandes titulares ¡cómo te vuelves atrás!

    Perpetuar una imagen así, la de los taparabos verdes, ¡para toda tu vida: en internet!, cuando te has podido arrepentir al siguiente segundo de verla. ¡Madredelamorhermoso!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.