Era una familia tan entrañable que cuando entraban en casa, el pez, desde su pecera, loco de contento, cabeceaba para darles la bienvenida. Hasta que en una de esas efusiones de gozo cabeceó con tanto brío que se desnucó, entregando su alma al Todopoderoso y sumiendo a la familia en una honda depresión. El padre tuvo una crisis de fe (si Dios existe y es bueno, ¿por qué permite que pasen estas cosas?), la niña, de cuatro años, dejó de atender a sus maestros, y la madre se quejaba de que éstos últimos, sobre todo los calvos, no eran capaces de hacerse cargo de la situación.
Todos los primeros de noviembre visitan el mausoleo donde lo enterraron, y le ponen unas flores de plástico de esas de pecera. Este año descubrieron una pintada nueva sobre el epitafio ("desde que te fuiste nadamos en el mar de la soledad"): "porque en el de la estulticia ya nadabais antes".
Todos los primeros de noviembre visitan el mausoleo donde lo enterraron, y le ponen unas flores de plástico de esas de pecera. Este año descubrieron una pintada nueva sobre el epitafio ("desde que te fuiste nadamos en el mar de la soledad"): "porque en el de la estulticia ya nadabais antes".
Cuando se toca el tema de las mascotas, a mi no me toca, sino que me golpea.
ResponderEliminarSoy especialmente sensible porque siempre me han gustado los animales, hasta los sapos, lagartijas y salamandras que coleccionaba de pequeña.
También tuve un ratón albino de esos de laboratorio, con los ojos rojos y más ciego que un topo; con él, la verdad, poco se podía interactuar.
Y un jilguero con mucho carácter, que te trinaba al entrar en la habitación y te picaba el dedo con frenesí, cuando estaba de mal humor.
Ahora me acompaña, ya lo sabéis casi todos, una dulce perrita pastor vasco de 22 kilos, que tengo claro que no llega a persona, pero es un personaje singular en nuestra casa.
Pues con todo esto que cuento, lo de la familia del pez me parece una caricatura ridiculizante. Primero que se desnuque del mismo saludar; jamás mi perra se ha descuajaringado el rabo y se le va la vida en ello.
Esa familia no ve los telediarios para no haberse preguntado mucho antes sobre la ausencia de Dios frente a los males humanos...Y no vale la excusa de la falta de atención de la niña en clase, será que es "imperactiva" como el amigo de tu hijo y punto.
Pero es verdad que más de una vez hacemos un poco el memo con los animales que nos acompañan. Pero como en todo, no se sabe lo que significa su compañía hasta que se tienen. Y la sensibilidad hacia los bichejos se posee o no se posee. Y no hace falta ser insustancial para amar a los animales, sino es una forma más de apreciar la belleza de la naturaleza.