Estaba yo nervioso esperando la final del Mundial y, como no sabía que hacer, me puse a hacer las dos cosas que hago cuando no sé qué hacer: comer patatas fritas y trabajar.
Tenía un bol de patatas fritas a mi derecha. Una jarra de cerveza a la izquierda. En medio, el teclado del ordenador. Por más cuidado que ponía en la maniobra, no conseguía nunca evitar que algunos restos de patata terminaran en los espacios intersticiales que hay entre la carcasa y las teclas, y que permiten a estas subir y bajar accionadas por los dedos. Y luego tenía que dar la vuelta al portátil y agitarlo un poco. Con esto algunas miguitas caían a la mesa, pero no todas. Y como se veían, me ponía nervioso e intentaba sacarlas, con un mondadientes o con una aguja del hilvanar que siempre tengo a mano cuando como patatas fritas por las tardes, por lo que pueda pasar.
Servilleta no tenía a mano, y aunque la grasa que le queda a uno en los dedos índice y pulgar cuando toma una patata frita es más bien poca, resulta escandalosa cuando posas el índice (yo el pulgar no uso para estas cosas) en las teclas blancas de un mac de estos. Al cabo de un rato, está distribuida en todas las teclas salvo en la barra espaciadora, que acciono con el pulgar derecho. Entonces, para minimizar los daños, suelo pasar los dedos por el dobladillo de la funda del sofa o por la tapicería de la silla, según donde esté sentado. Al fin y al cabo, el dobladillo de la funda del sofá no lo mira nadie, y la tapicería de las sillas es bastante camaleónica, de manera que la grasilla le da un efecto jaspeado que hasta le queda bonito.
Cuando estoy fuera de casa tengo menos reparos.
Tenía un bol de patatas fritas a mi derecha. Una jarra de cerveza a la izquierda. En medio, el teclado del ordenador. Por más cuidado que ponía en la maniobra, no conseguía nunca evitar que algunos restos de patata terminaran en los espacios intersticiales que hay entre la carcasa y las teclas, y que permiten a estas subir y bajar accionadas por los dedos. Y luego tenía que dar la vuelta al portátil y agitarlo un poco. Con esto algunas miguitas caían a la mesa, pero no todas. Y como se veían, me ponía nervioso e intentaba sacarlas, con un mondadientes o con una aguja del hilvanar que siempre tengo a mano cuando como patatas fritas por las tardes, por lo que pueda pasar.
Servilleta no tenía a mano, y aunque la grasa que le queda a uno en los dedos índice y pulgar cuando toma una patata frita es más bien poca, resulta escandalosa cuando posas el índice (yo el pulgar no uso para estas cosas) en las teclas blancas de un mac de estos. Al cabo de un rato, está distribuida en todas las teclas salvo en la barra espaciadora, que acciono con el pulgar derecho. Entonces, para minimizar los daños, suelo pasar los dedos por el dobladillo de la funda del sofa o por la tapicería de la silla, según donde esté sentado. Al fin y al cabo, el dobladillo de la funda del sofá no lo mira nadie, y la tapicería de las sillas es bastante camaleónica, de manera que la grasilla le da un efecto jaspeado que hasta le queda bonito.
Cuando estoy fuera de casa tengo menos reparos.
Me identifico con las patatas a un lado y la cervecita al otro.
ResponderEliminarLo tengo un poco peor que tú: yo acciono la barra espaciadora con el dedo... -espera que me fije- con el corazón, o el índice , según la última tecla accionada (Cary de tanto pensarlo me estoy quuedando como impedida!); así que no les doy a las pobres teclas ningún respiro.
Lo del sofá o silla en su defecto..., en esto, no me identifico.
Oye, que cuando te vengas a mi casa, deja el ordenador en la tuya, ¿vale? Así descansas un poco.
Normal que caigan migas al teclado si, con el bol a la derecha, coges las patatas con la izquierda...
ResponderEliminarNormal que caigan migas al teclado si, con el bol a la derecha, coges las patatas con la izquierda...
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