Siempre que pides voluntarios sale gente. Porque hay gente para todo, porque somos muchos, y por otras razones.
En Utah, hasta para matar a un preso sale gente voluntaria.
Se presentan muchos, y eligen a cinco.
Y reparten cinco balas, cuatro de verdad y una de fogueo (una bala de fogueo es como un Modigliani pintado por un alumno de cuarto de la ESO de un colegio concertado de Zumarraga).
Es por si a alguno de los voluntarios, terminado el trabajito, viendo el cadáver, allí mismo o apareciendose en pesadillas en las noches siguientes, le apetece hacerse la ilusión de que el de la bala de fogueo era él, y no tuvo culpa alguna.
Sin embargo, y como dice Millás hoy en El País Semanal, si de lo que se trataba era de hacer las cosas bien, haber puesto un reo de plástico, y no una bala.
En Utah, hasta para matar a un preso sale gente voluntaria.
Se presentan muchos, y eligen a cinco.
Y reparten cinco balas, cuatro de verdad y una de fogueo (una bala de fogueo es como un Modigliani pintado por un alumno de cuarto de la ESO de un colegio concertado de Zumarraga).
Es por si a alguno de los voluntarios, terminado el trabajito, viendo el cadáver, allí mismo o apareciendose en pesadillas en las noches siguientes, le apetece hacerse la ilusión de que el de la bala de fogueo era él, y no tuvo culpa alguna.
Sin embargo, y como dice Millás hoy en El País Semanal, si de lo que se trataba era de hacer las cosas bien, haber puesto un reo de plástico, y no una bala.
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