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Locos

Dice Firmin que por pequeño que seas, nada te impide estar tan loco como el que más. Yo estoy más que de acuerdo. Sin ir más lejos, fijate en los niños. Están como una regadera.

Hay uno que se pasa la tarde subido a un magnolio. Lo veo desde mi ventana. El chaval habla solo, canta canciones de Shakira para si mismo, y sube y baja de la rama con frenesí. Una o dos horas cada tarde de repertorio.

Hay otro que conozco que solo come salchichas de frankfurt con mayonesa, ketchup y mostaza de la marca Prima. Para desayunar, comer, merendar y cenar. En esta locura cuenta con un cooperador necesario: su madre. Se le está poniendo al niño una cara...

Y hay una niña que va a misa todas las tardes a las siete y media, con su madre. Dice que le gusta, y que sobre gustos no hay nada escrito, y que para gustos están hechos los colores y tal y tal. Sinceramente, a mi me parece un rasgo de enajenación mental que espero que se le pase con el transcurrir del tiempo y de los acontecimientos de la vida.

Luego estoy yo, que no soy un niño, pero soy pequeño.

Lo cual lo explica todo.

Comentarios

  1. Me encantó leer el libro de la rata Firmin humanizada, divertida y concienzuda.

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