- Lo que nos ocurre a las personas es que estamos vinculadas con todo el ciclo de la vida y con la naturaleza en todas sus expresiones.
Esta frase, leída en un libro de Paulo Coelho, no te extraña. Al fin y al cabo, no deja de ser una de esas cosas blandurrias, de las muchas que en sus novelas vienen encadenadas. Pero cuando la escuchas de labios de una de las fisioterapeutas del servicio de Electroterapia del Hospital de Palencia, a las ocho treinta de la mañana, en ayunas, sientes que algo fuera de lugar te remueve los oídos y las entrañas todas.
Sobre todo cuando la paciente solo ha dicho que hoy se siente peor, esta maldita humedad, que no para de llover, por dios.
Y cuando, además, ni siquiera lo ha dicho de motu propio, sino por educación, aunque le cuesta hablar, respondiendo a la pregunta de cada día:
- Hola, Visitación, ¿cómo estás?
Visitación es una santa, tiene más paciencia que Job y que yo en mis buenos tiempos, y cuando ha oído la perorata esa, como no ha entendido nada, solo ha contestado que qué dice usted, provocando como contrarréplica de la iluminada otra frase del mismo estilo e igual de larga.
Pero yo, que oía todo esto detrás de la cortina que cubría mis vergüenzas, le contesté para mis adentros que a qué iglesia perteneces, hija de tu santa madre, y que por qué nos das la paliza a los que ya venimos a tus manos hechos unos cirineos, y deja a la pobre Visi en paz que no te ha hecho nada, hasta que se corrió la cortina y apareció ella diciendo pero que rezas tú, pero qué rezas, venga que te toca a tí...
Esta frase, leída en un libro de Paulo Coelho, no te extraña. Al fin y al cabo, no deja de ser una de esas cosas blandurrias, de las muchas que en sus novelas vienen encadenadas. Pero cuando la escuchas de labios de una de las fisioterapeutas del servicio de Electroterapia del Hospital de Palencia, a las ocho treinta de la mañana, en ayunas, sientes que algo fuera de lugar te remueve los oídos y las entrañas todas.
Sobre todo cuando la paciente solo ha dicho que hoy se siente peor, esta maldita humedad, que no para de llover, por dios.
Y cuando, además, ni siquiera lo ha dicho de motu propio, sino por educación, aunque le cuesta hablar, respondiendo a la pregunta de cada día:
- Hola, Visitación, ¿cómo estás?
Visitación es una santa, tiene más paciencia que Job y que yo en mis buenos tiempos, y cuando ha oído la perorata esa, como no ha entendido nada, solo ha contestado que qué dice usted, provocando como contrarréplica de la iluminada otra frase del mismo estilo e igual de larga.
Pero yo, que oía todo esto detrás de la cortina que cubría mis vergüenzas, le contesté para mis adentros que a qué iglesia perteneces, hija de tu santa madre, y que por qué nos das la paliza a los que ya venimos a tus manos hechos unos cirineos, y deja a la pobre Visi en paz que no te ha hecho nada, hasta que se corrió la cortina y apareció ella diciendo pero que rezas tú, pero qué rezas, venga que te toca a tí...
No sé cómo te irá la terapia física, pero esta otra que a veces la acompaña, te puede dejar todo blando, flojo, el espíritu derretido, lacio y chocho.
ResponderEliminarY esa no era la zona a relajar.