Estimada señora:
Sólo de pensar que para el 26 de mayo puedo no estar en condiciones de dar la charla para la que me contrataron en la Asociación de Madres Triunfantes me entran ganas de morir. De matarme, sería más correcto decir. De hecho, entre mi mujer y los hijos que tengo acaban de separarme del montón de pastillas que pueblan la mesilla de mi cuarto diciendo no, no lo hagas, no seas tonto, que la vida es muy bonita y solo faltan doce años para volver a ganar al Madrid, no lo hagas aita, piensa en que algún día aprobaré inglés, y te dará un alegrón, y yo no me pondré dos días seguidos los calzoncillos si tienen palominos, te lo juro, no lo hagas, aitaaaaaa.
Tengo también otra charla comprometida para finales de mayo en la Asociación de Padres Peleones en Madrid. Y ahora, en el tiempo de la preparación de estas charlas, dedico cada día cuatro o cinco horas a trabajar, en esos y otros asuntos que no tengo por qué explicarle. Y en ese rato de trabajo me siento menos mierda. No puedo andar, pero mi cerebro funciona. O al menos, eso creo.
Mi familia no cree lo mismo. Dicen que me estoy volviendo loco, y en parte tienen razón. Me ven llorar a todas horas y no entienden nada. Solo les da pena. Y entonces el pequeño busca en la cocina, coge una tableta de chocolate y me la trae, con una sonrisa de oreja a oreja, qué majo.
Sin embargo, en medio de estos momentos de bajón, tengo momentos de lucidez que considero interesantes y que aprovecho como puedo.
Es probable, dadas las circunstancias que le voy describiendo, que me me quede una charla rara, o triste, o depresiva. A lo mejor me encierran antes en un psiquiátrico, sin ordenador, y entonces todo a tomar por culo. A lo mejor lo hacen a posta: como no hay listas de espera para psiquiatría y sí para trauma, me retrasan todo para que me vuelva loco, y así uno menos. Que cabrones.
Bueno, si después de leer este correo todavía cree que puedo serle útil para una charla con padres, me lo dice, y si piensa usted que soy un inútil, que es como en realidad me siento, me lo dice tambien. Nuestra relación profesional está construida sobre sólidos cimientos, y no se moverá ante un "gracias, no le necesitamos" por su parte.
Suyo afectisimo.
Rodep Aditxu Meng
Sólo de pensar que para el 26 de mayo puedo no estar en condiciones de dar la charla para la que me contrataron en la Asociación de Madres Triunfantes me entran ganas de morir. De matarme, sería más correcto decir. De hecho, entre mi mujer y los hijos que tengo acaban de separarme del montón de pastillas que pueblan la mesilla de mi cuarto diciendo no, no lo hagas, no seas tonto, que la vida es muy bonita y solo faltan doce años para volver a ganar al Madrid, no lo hagas aita, piensa en que algún día aprobaré inglés, y te dará un alegrón, y yo no me pondré dos días seguidos los calzoncillos si tienen palominos, te lo juro, no lo hagas, aitaaaaaa.
Tengo también otra charla comprometida para finales de mayo en la Asociación de Padres Peleones en Madrid. Y ahora, en el tiempo de la preparación de estas charlas, dedico cada día cuatro o cinco horas a trabajar, en esos y otros asuntos que no tengo por qué explicarle. Y en ese rato de trabajo me siento menos mierda. No puedo andar, pero mi cerebro funciona. O al menos, eso creo.
Mi familia no cree lo mismo. Dicen que me estoy volviendo loco, y en parte tienen razón. Me ven llorar a todas horas y no entienden nada. Solo les da pena. Y entonces el pequeño busca en la cocina, coge una tableta de chocolate y me la trae, con una sonrisa de oreja a oreja, qué majo.
Sin embargo, en medio de estos momentos de bajón, tengo momentos de lucidez que considero interesantes y que aprovecho como puedo.
Es probable, dadas las circunstancias que le voy describiendo, que me me quede una charla rara, o triste, o depresiva. A lo mejor me encierran antes en un psiquiátrico, sin ordenador, y entonces todo a tomar por culo. A lo mejor lo hacen a posta: como no hay listas de espera para psiquiatría y sí para trauma, me retrasan todo para que me vuelva loco, y así uno menos. Que cabrones.
Bueno, si después de leer este correo todavía cree que puedo serle útil para una charla con padres, me lo dice, y si piensa usted que soy un inútil, que es como en realidad me siento, me lo dice tambien. Nuestra relación profesional está construida sobre sólidos cimientos, y no se moverá ante un "gracias, no le necesitamos" por su parte.
Suyo afectisimo.
Rodep Aditxu Meng
El señor que firma hoy el Egunon, que tiene que dar las charlas, es gracioso porque es de primer apellido euskaldun y de segundo chino, siendo el nombre un poco árabe.
ResponderEliminarSí que se le nota cierto trastorno de personalidad, aunque muy recuperable, sólo con un cambio de orden.
Yo le diría que menos mal que le ha cogido la situación rodeado de medios técnicos, tener el PC y el ebook, ayuda a sobrellevar el aburrimiento y la impaciencia.
Y con un poco de suerte puede dar las charlas por vídeo-conferencia. ¡Dónde vamos a parar! Mucho más moderno y sin problemas de traslado. Todas las madres en el centro correspondiente, con un cañón que envíe su imagen a una pantalla común y de, Don Rodep, que la cámara coja sólo de cuello hacia arriba.
Lo que no quita y es de esperar con alegría, que para el día de la charla,
el Sr. Aditxu, consiga mantenerse sentado ya o incluso pueda dar la charla paseando alrededor de la mesa en la que estén los papeles, el PC, los CDs, etc y la videocámara le pueda seguir un rato en sus movimientos.
Es un decir, si las nuevas tecnologías no sirven para hacernos la vida más fácil, y sacarnos de alguna dificultad ¿para qué sirven?