La mayoría de las veces no contesto cuando llaman por teléfono.
Los móviles anuncian en la pantallita el número de la persona que llama. Y, si te has tomado la molestia de añadirlo previamente a una lista de contactos, anunciando el nombre, o el apellido, o el pseudónimo, con el que lo has integrado.
Después se unieron los fijos a lo de la pantalla, empezando por el domo de Telefónica, menudo invento.
Así, lo primero que hago cuando suena el teléfono, sea el que sea, es mirar. Y si es la de Bodegas Maset, que siempre tiene alguna promoción para mí, no contesto. Si veo un número con prefijo de Córdoba, o de alguna provincia así, tampoco. Si, por lo extraño del número, me suena que puede ser mi suegra, ni se me ocurre.
En estos tiempos miserables de la enfermedad no contesto a casi nadie, porque no me soporto repitiendo las mismas desgracias a uno y a otra, por lo que humildemente pido perdón a todos los que lo intentáis sin suerte.
La indiferencia que hay en el corazon de las máquinas ha penetrado en mi alma, lo noto
Los móviles anuncian en la pantallita el número de la persona que llama. Y, si te has tomado la molestia de añadirlo previamente a una lista de contactos, anunciando el nombre, o el apellido, o el pseudónimo, con el que lo has integrado.
Después se unieron los fijos a lo de la pantalla, empezando por el domo de Telefónica, menudo invento.
Así, lo primero que hago cuando suena el teléfono, sea el que sea, es mirar. Y si es la de Bodegas Maset, que siempre tiene alguna promoción para mí, no contesto. Si veo un número con prefijo de Córdoba, o de alguna provincia así, tampoco. Si, por lo extraño del número, me suena que puede ser mi suegra, ni se me ocurre.
En estos tiempos miserables de la enfermedad no contesto a casi nadie, porque no me soporto repitiendo las mismas desgracias a uno y a otra, por lo que humildemente pido perdón a todos los que lo intentáis sin suerte.
La indiferencia que hay en el corazon de las máquinas ha penetrado en mi alma, lo noto
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente después de dos días de estar con la doctora de la mutua, con la psiquiatra del hospital y con el psiquiatra del ambulatorio, frente a los que tienes que desnudar tus miserias y no siempre encontrar comprensión sino el mismo rollo de que llevas ya tiempo de baja, hay que intentar incorporarte ya al trabajo. En mi caso consiguen lo contrario de lo que quieren, porque me agobio con pensar que no voy a estar a la altura de lo que piden y me encuentro mendigando que aunque quisiera, no me encuentro bien y me parece que pierdo la dignidad como persona insistiendo en mi malestar. Aparte de sentirme como una mierda, delante de ellos, a los que me gustaría mandar un conjuro y conseguir que se sintieran como yo, para ver si son capaces de argumentar algo menos manido y más empático.
ResponderEliminarY luego cuando llego a casa hecha unos zorros, pienso que si ellos me piden mejoría y empezar a trabajar, también yo les podría pedir que hagan su trabajo y que sus terapias me mejoren, joder!. Está claro que es lo que queremos los dos, habrá que exigir a las dos partes la implicación.
Hoy estoy superchafada y te entiendo perfectamente, debo de ser rara también.