Todos tenemos rincones de la geografía que juegan algo especial en nuestra vida, por los recuerdos que nos traen. Yo también. Cuando iba a visitar a mi novia a Barcelona, lo primero que se me mostraba a los ojos, nada más salir del metro, era una plaza de diseño extraño cosida por pasos elevados, por la que se accedía a Gracia y a Sant Gervasi, y que no se parece en nada a lo que es hoy. Era la plaza de Lesseps.
Si llego a ver entonces a cinco jabalíes paseando por allí como Pedro por su casa, me habría asustado bastante, habría huido de una ciudad tan extraña y habría terminado casado con una chica de Arangoiti, lo más seguro.
Por eso esta noticia tan pintoresca me retrotrae a la pregunta por el destino.
Si llego a ver entonces a cinco jabalíes paseando por allí como Pedro por su casa, me habría asustado bastante, habría huido de una ciudad tan extraña y habría terminado casado con una chica de Arangoiti, lo más seguro.
Por eso esta noticia tan pintoresca me retrotrae a la pregunta por el destino.
Comentarios
Publicar un comentario