Es lo que me decía mi madre cuando metía el cucharón de madera en el perolo en el que se hacía el tomate y me lo llevaba a la boca para probarlo quemandome la lengua en toda su integridad, con el consiguiente alarido.
Me he acordado de ella estos días, cuando he visto que uno en Rentería se prendió fuego al intentar quemar un cajero, y que otro, en Elorrio, sufrió una descarga electrica cuando robaba cable.
No es que yo crea que Dios esté a esas cosas, porque con ocuparse de lo de la familia en España tiene bastante, como muy bien nos ha recordado Ratzinger este fin de semana. Pero es que me he acordado de mi madre.
Me he acordado de ella estos días, cuando he visto que uno en Rentería se prendió fuego al intentar quemar un cajero, y que otro, en Elorrio, sufrió una descarga electrica cuando robaba cable.
No es que yo crea que Dios esté a esas cosas, porque con ocuparse de lo de la familia en España tiene bastante, como muy bien nos ha recordado Ratzinger este fin de semana. Pero es que me he acordado de mi madre.
Comentarios
Publicar un comentario