Wiitis es cuando te duele el hombro después de haber estado la víspera jugando horas a la Wii.
Y luego están las fracturas dentales por culpa de los piercings metálicos y alteraciones en la encía por el contacto con los tejidos.
Así que mejor encerramos al adolescente en casa y ya está. Nos ahorramos las alteraciones temporomandibulares, las lesiones sensoriales, las bursitis, las epiconditis, las tenosinovitis y las wiitis. Serán raros, pero estarán bien.
Se dan también inflamaciones del tendón del pulgar, tenosinovitis y afectación del túnel carpiano por el uso continuado de móviles para enviar mensajes de texto.
Las consolas te provocan bursitis y epicondilitis, todo ello en el codo.
Y luego están las fracturas dentales por culpa de los piercings metálicos y alteraciones en la encía por el contacto con los tejidos.
Así que mejor encerramos al adolescente en casa y ya está. Nos ahorramos las alteraciones temporomandibulares, las lesiones sensoriales, las bursitis, las epiconditis, las tenosinovitis y las wiitis. Serán raros, pero estarán bien.
Es que lo tiempos s han "complicao" mucho. Mi padre no tuvo que enfrentarse a todas estas "itis"; tan solo le tocó la guerra.
ResponderEliminarY la generación intermedia, a la que pertenecemos Blanca y yo y otras infinitas mujeres más, nos tocó pelear por la incorporación al trabajo de las féminas fuera de casa y del campo, en idénticas condiciones que los hombres.
ResponderEliminarClaro que sin dejar de tener hijos, con lo que las jornadas casi se duplicaban, salvo las que teníamos la suerte de fuerte colaboración de la pareja, que no se daba en todos los casos.
Recuerdo que en aquel tiempo, el embarazo era como si no existiese, a efectos de ir a trabajar, hasta el día anterior a dar a luz o unas horas antes. Y al volver a los tres meses, no se notaba que tenías esa bolita de prolongación de ti misma en casa.
Había que demostrar que coger para trabajar a una mujer en edad de procrear, no provocaba grandes quebrantos a la empresa. Las madres los sufríamos como las almorranas, internamente.
También es verdad que no me cambiaría por ninguna otra generación. Creo que fuimos un poco Agustina de Aragón, pero en otra guerra. Lo hicimos comprometidas, convencidas y satisfechas de llevarlo adelante; por lo menos muchas de las que conozco.
Desde aquí un homenaje a las que les tocó la guerra, traer un montón de hijos al mundo y trabajar en el campo con el bombo y un niño pequeño agarrado a la falda. Ellas fueron las auténticas precursoras de lo que se podía llegar a hacer.
Y no quisiera ser agorera, pero no me imagino a la generación con tantas "itis" y jubilándose a los 67 años. ¡Mucho va a tener que avanzar la medicina!.