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la libertad

Odio las rotondas, porque obligan al cuerpo a maniobras centrifugas completamente antinaturales.

Además, en una de Burgos perdí el móvil, por efecto de una de esas fuerzas extrañas. Así que tuve que ir a Euskaltel a pedir un duplicado de la tarjeta y un móvil en la que meterla.

Me atendió una joven de mirada profunda, que me explicó que por los puntos que tenía y pagando 17 euros podía comprar un móvil táctil estupendo, eso sí, renovando el compromiso de permanencia otros treinta y dos años, a lo que dije que no, porque amo la libertad, y le pedí otro aparato bastante mierdoso, que costaba 19 euros y que no comportaba otro compromiso que dar un beso a la primera señora gorda que pasara con un perro por delante de la tienda.

Cargué la bateria como mandan los cánones y esperé pacientemente a que esta se vaciara por completo, como mandan los mismos cánones. Y nada. Llevo 12 días con el móvil y la batería sigue marcando tres rayitas. Y eso tampoco. Yo no estoy preparado para esos niveles de perfección.

Así que he ido a devolverlo, me he llevado el táctil de los cojones y me he ligado a Esukaltel de por vida.

Porque prefiero perder la libertad a estar todo el día viendo la perfección burlarme desde la pantalla del móvil.

Comentarios

  1. ¿¿¿Táctil de los cojones???? Tendrá las teclas enormes y muy separadas para no dar dos a la vez. ¡Qué machismo!. Ahora haciendo móviles sólo para hombres. Claro que yo no había oído hablar de ese nuevo operador de telefonía móvil: Esukaltel.

    ¡Es que no se puede ser más snob!. Sí que te sentó mal la última rotonda.

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