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El progreso: transferencias por internet

- ¿Don Manuel Jiménez Jiménez?

- Al aparato


(cómo deseaba que llegara este momento).

- No puede ser.

- Pues es. ¿Qué me quiere usted? Dígame.

- No, que debe usted a Porriño y Asociados 265000 €.


- Valiente chorrada. Dígame ahora mismo un número de cuenta, que le hago una transferencia


Y me lo da!.

- ¿Eso es todo?

(dudas al otro lado del teléfono)

- Hombre, sus datos... aquí tenemos que vive usted en la calle del Amor Hermoso sin número, bajo, de Pontevedra.

- Eso era antes. Ahora vivo en el País Vasco, porque me va mejor para el cáncer y la ludopatía. ¿Quiere que le de la dirección?

(le doy una dirección de Zeberio que me invento sobre la marcha)

- Y dígame ahora la suya, que les voy a mandar unas botellitas de cava para que celebren ustedes las fiestas.

Y me la da!!!


Estaba yo harto de no ser Manuel Jiménez Jiménez.

A ver qué pasa mañana, cuando vean que no llega la transferencia.

Aprovechando que estoy por Sevilla, voy a echar el móvil al río, hala!

Mañana os mando un sms con el nuevo número de teléfono.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.