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El progreso: hacer cosas diferentes

El mundo se ha ganado a pulso su fín, le dice Michi, el dueño del video club, a Marie, la protagonista de Jesús me quiere, la última novela de David Safier (el mismo que escribió Maldito karma).

Y tiene toda la razón. Es más, después de haber pasado el dia de Año Nuevo en Port Aventura, creo que el juicio final tendrá lugar no más allá de martes.

Porque si hay personas que pueden empezar el año sin ver los saltos de esquí de Garmish - Pasterkirchen o el concierto de la Filarmónica de Viena y sí, en cambio, sometiendo a su culo a remojones absurdos en pleno invierno, gritando excentricidades mientras su cuerpo, incluido el culo mojado, pasa de cero a cien kilómetros por hora en tres segundos, o comiendo pizza y coca - cola en un banco de madera en lugar de caracoles a la llauna en una mesa, es que, efectivamente, el mundo se ha ganado a pulso su fin.

Y que nadie se queje luego.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.