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A medio hacer

El otro día, cuando fui a guardar el patinete, que no sé que hace siempre en el medio de todo, me encontré con que la puerta, recién pintada de blanco por fuera, estaba sin pintar por dentro. El detalle me pareció de un cutre insoportable.

Pero como a nadie parecía importarle un pito, empecé yo también a dejar las cosas a medio hacer, porque tengo mucho trabajo y no puedo estar en todo. Así que el pisto lo puse con el calabacín crudo y en las patatas fritas puse en mitad del plato unas patatas sin hacer. En cuanto a la ropa sucia, dejé sin lavar dos camisas de mi señora. Y con relación al lavado de la vajilla, dejé tres platos fuera, para usar con restos de la comida anterior fosilizada.

Y en mi casa se molestaron.

Pues no me lo explico, porque lo de la puerta les da igual

Comentarios

  1. Es que hay cosas a medio hacer que no son tan contundentes como otras. Tendrás que reconocerlo.
    Un pan de media cocción, está bien rico.

    Llueve durante la mitad del día, pero es por la noche sólo, a la mayor parte humanidad no le molesta casi nada.

    Se ha quedado hemipléjico de un accidente, pues seguro que estará más contento que si fuera tetrapléjico.

    Aquél que recibe dos medias pagas, encantado estará respecto al que no recibe ninguna.

    Se quedó medio conmocionado con la noticia; seguro que se recupera antes de su conmoción.

    Y frente a ser un cabrón integral, es más llevadero el que es un tanto cabrito.

    La puerta medio pintada sólo se ve al abrirla y si la miras. No es lo mismo.

    Aunque "las cosas bien hechas, bien me parecen", decía un fraile mientras le estaban capando. Yo se lo oía decir a mi amama.

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