Cuando en el viaje en avión no hay turbulencias, me imagino frases que empiezan por una palabra dada por mi mente. Esta vez había que empezar la frase con la palabra NUNCA aplicada a uno mismo. Me dí cuenta de que no hay nada que no haga nunca, así que la sustituí por CASI NUNCA. Y mi mente no se opuso.
Casi nunca digo que no a un café. Casi nunca tengo más de diez euros en el bolsillo. Casi nunca bebo cerveza. Casi nunca salgo de fiesta. Casi nunca me caigo por las escaleras de casa. Casi nunca atino a la primera con casi nada. Casi nunca me acuerdo de los cumpleaños. Casi nunca tengo prisa. Casi nunca voy a Santiago. Casi nunca cojo un avión que no vaya o venga de Madrid. Casi nunca me parece interesante lo que dice el Obispo. Casi nunca veo la tele. Casi nunca me levanto tarde. Casi nunca desayuno croissants, y nada me gusta más que un croissant. Casi nunca me enfado más de tres veces en un día. Casi nunca encuentro lo que busco. Casi nunca me aburro. A no ser que vaya en un avión y no haya turbulencias.
Casi nunca digo que no a un café. Casi nunca tengo más de diez euros en el bolsillo. Casi nunca bebo cerveza. Casi nunca salgo de fiesta. Casi nunca me caigo por las escaleras de casa. Casi nunca atino a la primera con casi nada. Casi nunca me acuerdo de los cumpleaños. Casi nunca tengo prisa. Casi nunca voy a Santiago. Casi nunca cojo un avión que no vaya o venga de Madrid. Casi nunca me parece interesante lo que dice el Obispo. Casi nunca veo la tele. Casi nunca me levanto tarde. Casi nunca desayuno croissants, y nada me gusta más que un croissant. Casi nunca me enfado más de tres veces en un día. Casi nunca encuentro lo que busco. Casi nunca me aburro. A no ser que vaya en un avión y no haya turbulencias.
Pensando lo que dices, se me ocurre preguntarte si el uso de los ebooks electrónicos está tan prohibido en el avión como el de los móviles.
ResponderEliminarSupongo que no se permitirán, porque si no, estarías leyendo "La cultura del miedo" de Noam Chomsky, por poner uno cualquiera.
Lo que deberías cambiar, chico, tampoco es un lujazo de excéntrico, es lo de premiarte algún día con un croisant en el desayuno. Al menos cuando vayas a sacarte sangre para las pruebas de la empresa.