Hace 30 años, el 23 de febrero de 1981, yo tenía 16, y al salir de clase por la tarde acompañé a mi amigo Luis a un bar a jugar a marcianitos. Yo miraba, alternando, a la pantalla verde aquella y a la de la tele, donde otro marciano, este con tricornio, acababa de tomar el Congreso de los Diputados.
No recuerdo haber sentido ni tensión ni miedo, pero sí que estaba viendo algo trascendental, aunque no sabía qué. Por eso pasé la noche en vela con mi padre y con mi madre, hasta que habló el Rey.
Lo siguiente que recuerdo es cuando por la mañana los diputados abandonaban el Congreso. Ví que mi madre lloraba. Oí que un madrileño gritaba viva la democracia del pueblo español!!! y que otro contestaba viva la libertad!!!
Y cuando, como esta mañana del 24 , recuerdo las tres cosas a la vez, me estremece la misma sacudida de entonces. Y me voy a mis cosas convencido del enorme valor de la libertad y de la democracia, aunque en la práctica todo vaya "de aquella manera".
No recuerdo haber sentido ni tensión ni miedo, pero sí que estaba viendo algo trascendental, aunque no sabía qué. Por eso pasé la noche en vela con mi padre y con mi madre, hasta que habló el Rey.
Lo siguiente que recuerdo es cuando por la mañana los diputados abandonaban el Congreso. Ví que mi madre lloraba. Oí que un madrileño gritaba viva la democracia del pueblo español!!! y que otro contestaba viva la libertad!!!
Y cuando, como esta mañana del 24 , recuerdo las tres cosas a la vez, me estremece la misma sacudida de entonces. Y me voy a mis cosas convencido del enorme valor de la libertad y de la democracia, aunque en la práctica todo vaya "de aquella manera".
Y que nunca sea menos, aunque algunas cosas vayan "manga por hombro".
ResponderEliminarAmén.