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112

Cada año, y por término medio, seis de cada diez vascos llaman una vez al 112.

Imagino que para trabajar de telefonista en el 112 tienes que saber distinguir lo urgente de lo importante. Y que en las pruebas de selección tendrán que responder a preguntas capciosas como a ver, qué es más urgente, un niño con un ojo fuera de la órbita o un ataque de histeria de un conductor de autobús en un atasco en la A-8, o qué es más importante, ganar esta noche al Mallorca o hacer bien dos huevos fritos con jamón. Y no es fácil, pero la vida es eso, tomar decisiones en segundos.

Sin embargo, teniendo en cuenta que yo no he llamado al 112 en mi vida, una de tres, o tengo un concepto poco vasco de urgencia, o estoy rodeado de histéricos, o soy un dejado, y por eso me duelen tanto las piernas al correr, el diafragma al respirar, el corazón cuando mi hija no llega a casa a la hora de llegar a casa, la cabeza los domingos por la tarde, y otras partes del cuerpo que no voy a mentar, por otras circunstancias que no me apetece decir, para no herir la sensibilidad de los seguidores de este blog.

Comentarios

  1. Si tú ninguna y yo una, en toda nuestra vida, sí que les damos "chamguis"a los demás para llegar a la media.

    Llamarán los padres de la generación Ni-Ni, que les tendrán "acoginados" a sus progenitores.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.