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señoras y señores diputados, por favor


Llevaba yo unos días, desde que ví a la diputada Fabra, hija del diputado Fabra, diciendo aquello del que se jodan, queriendo escribir algo gracioso y ocurrente, y solo se me ocurrían palabrotas y vocablos gruesos, irrepetibles en un espacio decente como este.

Como la escena que protagonizó en el Congreso nos pilló a todos delante del telediario, por la noche, y con los niños protestando porque era su hora de tele, sólo se me ocurrió decirles que quitaran esa mierda y que siguieran viendo "la que se avecina", bazofia sin par en la que encontrarían, si seguían viéndola, como todo hace prever, hasta la eternidad, algún comportamiento más honesto que el de la señora diputada.

Y luego vi este video que quiero compartir porque me parece una honesta demostración de rabia. No sé si comparto todas las expresiones, que ya sabéis lo fino que soy, pero si ese fondo macarra de ya está bien, señoras y señores diputados.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.