Me decía Mikel esta mañana en la sala de espera del neurocirujano que quería empezar a escribir, y yo le he dicho que se lo piense dos veces, porque aunque al principio tiene su gracia, luego presenta algunos inconvenientes. Sin ir más lejos, al que esto suscribe le aconteció en la mañana de ayer un hecho paranormal que he puesto en su conocimiento, y ahora en el de todos, y tiene que ver con lo de escribir. Resulta que tengo que presentar un trabajo en el mes de septiembre: 40 hojas DIN A4, con espacio tal y márgenes tal y cual. A las siete de la mañana, cuando me puse a la tarea, llevaba escritas 23 páginas. Y hala, quita, pon, corrige un poco, esto sobra, esto falta... tan a gusto en mi labor creadora que se me fue yendo el santo al cielo, y a las doce, cuando dije ya está bien me voy a poner un vermú, el número de páginas escritas era de 21. Esto quiere decir que en cinco horas de trabajo había desescrito dos páginas. Así que me puse un vermú, detrás de otro.
Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
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