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Momentazo coche de alquiler

Momentazo coche de alquiler en plena madrugada de la sierra madrileña es cuando llegas a Collado Villalba y encuentras un hueco para aparcar enfrente del hotel, y notas, al intentar meter la marcha atrás, que no sabes cómo se hace, y lo intentas de todas las maneras que entran en los coches normales la marcha atrás y nada, los coches coreanos es lo que tienen, y detrás, porque estás en medio de la carretera de La Coruña, ya hay una fila de seis o siete, y de frente viene un camión tuneado repleto de seguidores de La Roja, que acaba de ganar la Eurocopa, cantando yo soy español, español, español, italiano el que no bote te te, y cosas de esas, y pidiendome que haga sonar la bocina para sumarme a la fiesta, pero tampoco acierto con la bocina y se mosquean y me llaman italiano de mierda, y se van, y yo meto primera a ver si doy la vuelta en la siguiente rotonda, y la doy, y voy dando vueltas a las rotondas pasando doce veces por delante del hotel pensando Mikel y Ángela estarán tan tranquilos en casa comiendo picsas y yo aquí como un pelele, y que no me reconozcan los del camión de la roja, que por ahí vienen de frente otra vez, y sí me reconocen, italiano de mierda, hasta que me harto y me meto en una parada de bus a buscar la marcha atrás, y la encuentro, porque al final si das la luz todo se encuentra, que yo veia un 6 donde había una R y así no había forma, y por fin llego al hotel y me doy cuenta de que he tardado media hora desde el aeropuerto y otra media en aparcar. Y me voy a dormir oyendo al camión de la roja pasar por debajo de mi ventana cada tres minutos durante tres horas, yo soy español, español, español, italiano el que no bote te bote te bote te...

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.