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Que fundamento ni fundamento

La novela que estoy leyendo empieza con la advertencia al lector de que el libro tiene una falta de fundamento histórico impresionante. Es de agradecer. Pero yo creo que la historia, en sí, tampoco tiene ningún fundamento. También creo que lo que ahora vivimos, la era del inicio del inicio, tiene menos fundamento todavía. Así que si lo real no tiene fundamento, ¿para qué pedírselo a los libros? Yo, que soy en algunos detalles un adelantado a mi tiempo, ya decidí en su momento que este blog carecería del más mínimo rigor y fundamento, que los hechos que en él se describen pueden haber pasado o no, que las personas que se pintan como bondadosas pueden ser unas arpías y viceversa, y que yo mismo no tengo ni idea ni de quien soy. Por eso me limito a rebuscar en el tupido bosque del sinsentido una palabra que haga sonreir. Con eso basta, y que se dejen de fundamentos.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.