La novela que estoy leyendo empieza con la advertencia al lector de que
el libro tiene una falta de fundamento histórico impresionante. Es de
agradecer. Pero yo creo que la historia, en sí, tampoco tiene ningún
fundamento. También creo que lo que ahora vivimos, la era del inicio del
inicio, tiene menos fundamento todavía. Así que si lo real no tiene
fundamento, ¿para qué pedírselo a los libros? Yo, que soy en algunos
detalles un adelantado a mi tiempo, ya decidí en su momento que este
blog carecería del más mínimo rigor y fundamento, que los hechos que en
él se describen pueden haber pasado o no, que las personas que se pintan
como bondadosas pueden ser unas arpías y viceversa, y que yo mismo no
tengo ni idea ni de quien soy. Por eso me limito a rebuscar en el tupido
bosque del sinsentido una palabra que haga sonreir. Con eso basta, y
que se dejen de fundamentos.
Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
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