Cuando Dios creó el mundo, lo que hizo fue poner orden en el caos, pero
luego, instalados el hombre y la mujer en medio de la creación, las
cosas volvieron a tender al caos. Y Dios, visto el infortunio, se
desanimó, y alentó a todo tipo de descerebrados para devolver la
creación a su estado caótico inicial, y así recrearlo todo de nuevo. Así
vinieron los señores feudales, los lores británicos y, más
modernamente. el FMI y las agencias de calificación de riesgos. Sin embargo, las cosas permanecen en un estado
semicaótico que no es ni chicha ni limoná, así que ha puesto todo en
manos de uno de mis hijos, el cual es capaz de sembrar el desorden más
grande en cinco minutos en diez metros cuadrados. Yo creo que ahora sí.
Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o
Vamos, que ya hasta Dios se ha quedado tranquilo al saber que creado el caos más absoluto, pero por un candoroso chavalín que no tiene malicia alguna y que sólo ejerce en su preadolescencia más absoluta......¡a peor no vamos a ir ni dirigidos por algún alfeñique! porque no se puede enredar más las cosas de lo que están y tenderemos a mejorar sin ninguna duda.
ResponderEliminarNo sabes cómo me alivia saberlo.
Por cierto, no puedo remediar recordar ¡un chiste matemático! (dando matemáticas como doy, límites entre otras cosas) cuando oigo lo de "tiende a" "o tenderemos a".... .
Antes que nada tengo que decir que los chistes matemáticos, poquísimas veces tienen alguna gracia. En parte, porque tienes que conocer el concepto matemático y en parte, porque ni conociéndolo vas a poder desternillarte de risa con la situación. Como mucho dices ¡aa! y ya está.
El chiste:
¿A qué no sabes qué ocurre cuando equis tiende a infinito?
¿¿¿¿¿¿.......................................?????? ( nadie contesta nada, normal)
"Pues que infinito se seca" ......................................¡aa!
(huelga explicar que tender es lo que hacemos con la ropa para que se seque).
Este chiste me recuerda a uno bueno de verdad, al menos a mí me provocó una carcajada enorme cuando me lo contaron y por ello no voy a dejar de contarlo, más que nada, para que me perdonéis el anterior.
¿A qué no sabes qué le pasa a una sábana sujeta con una sola pinza a una cuerda del tendedero y bailando al viento?.............
¡¡¡¡¡Que se le ha ido la pinza!!!!!
Y otro último de mates, que llegado a este momento no puedo dejar de contarlo (aunque lo que me ocurre REALMENTE es que tengo que PONERME trabajar y no me apetece NADA)
¿A que no sabéis cómo ladra el perro de un matemático?...¡Gauss, Gauss!
Sí,sí.....¡ya me voy!