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¿DONDE ESTÁN LOS CALZOS?

El ambiente ya estaba cargadito después de dos horas de retraso, así que la gente se soltó el cinturón rápidamente, se puso de pie en el pasillo y cogió sus equipajes de mano para salir del avión rápidamente. Cuando llevábamos cinco minutos en esa incómoda postura de rodilla en el asiento, pie contrario en el suelo, tabardo colgado del brazo izquierdo, mano derecha al asa practicable de la maleta, móvil en la izquierda y mirada fija en si se mueve o no se mueve la cola esta, el comandante luxemburgués de la aeronave nos pide disculpas por esta leve demora, debida a que como no nos esperaban en el aeropuerto (!), no encuentran los calzos para el avión, y no podemos bajar. Claro, imagínate que baja de avión uno muy gordo, y al sentirse liberado de su peso, el avión rebota y sale disparado hasta separarse dos metros del suelo, y a la señora mayor que iba detras se le sale la cadera. Pues vaya. Y encima, como si los pasajeros fueramos idiotas y no supiéramos lo que es un calzo, haciendose el graciosete y como para distender el ambiente, el luxemburgués comandante dice que son los "zapatos" de la nave.

Haciendo gala de un saber estar propio de personas equilibradas y serenas, los que esperamos vamos aportando ideas en voz alta:

- joder, es que no puede ser, cada avión debería llevar a bordo unos calzos para cuando no se les espera, y otras cosas, para cubrir otras eventualidades, dijo uno.

- como un termo de agua caliente, otro.

- y una lija del siete.

- y una bateria de cocina.

- y una tienda de campaña.

- y unas bonbonas de butano, porque si no hay calzos, vienen muy bien.

- y unas máquinas de coser,

- y dos tapas de alcantarilla.

- y latas de sardinas, dijo un niño.

La espera se hizo corta, y bajamos todos cantando donde están los calzos matarile rile rile, tan contentos.

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