Nunca Bilbao fue tan Bilbao, tan fanfarrona, dice Rodrigálvarez. Nunca no, pero si hacía demasiado. Los niños de Bizkaia merecían una noche así, y esta primavera del fútbol venida desde Rosario, en la Argentina. Ver en video dos mil veces seguidas al 28 en el 87 recortar en el área y asistir al grande para que la embocase. Escribir en el tuenti que yo estuve en San Mamés en la noche que mi padre se volvió loco, como el entrenador que tenemos. Y tener un viernes de banderas y de piras. Y soñar con la gabarra.
Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o
Comentarios
Publicar un comentario