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Idiotas con empeño

Egunon, Mikel:

en el minuto 1 de la creación, junto antes de hacer cada uno su aparición en la tierra, Dios le reparte, en cantidades iguales, un poco de sentido común y un poco de estupidez (las inteligencias vienen de fabrica), y le dice "allá te las compongas". Luego le insufla a uno el alma, para que, ya cultive el sentido común, ya la estupidez, lo haga con bondad, y le manda con su otro padre, o con su madre, o con los dos.

Lo que hace cada uno después con ambas cosas es un misterio de los gordos. Más allá de la escuela y de la familia, tiene que haber algo que explique que la gente preste más atención a pulir su sentido común que su estupidez, o a la inversa, pero no acierto a saber qué es.

Depurar la estupidez, hacerla más sólida y consistente, no siempre requiere ni esfuerzo ni interés. Yo mismo soy un ejemplo de ello. O las personas que en el supermercado al que van cada día y que conocen de memoria deambulan en busca de comida para gatos rica en omega tres. O Maria, que nadaba tan ricamente en un parque de Quebec con su traje de novia, pidiendo que le hicieran fotos, hasta que el traje se hizo tan pesado que la arrastró y la ahogó. El día de su boda, con 30 años, Maria se murió estúpidamente sin poner mucho interés en ello.

No obstante, a veces observo comportamientos que indican que sus autores han debido dedicar horas y horas a refinar la idiocia, y eso es preocupante. Es el caso universalmente conocido de Cristiano Ronaldo y también otros de seres anónimos, como los que toman parte en concursos de a ver quien revienta antes comiendo perritos, o los que se calzan con chanclas del 1 de julio al 30 de septiembre, ya vayan a trabajar o al cine, y haga el tiempo que haga.

Y ya lo dice la Biblia: cuando llegue el día del juicio, Dios te preguntará a ver qué hiciste con el sentido común y con la estupidez que te dio. Y ahí no valen las excusas. La fila de los estúpidos conscientes ya da la vuelta al cielo.

Yo ya me he puesto las pilas.

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