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Ángeles de la guarda

Egunon, Mikel:

en Gaza, anteayer, palestinos e israelíes firmaron una tregua indefinida.

En contra de lo que parece, indefinida no significa para siempre, sino hasta que dure, ya se aplique a las treguas o a los contratos.

Los ángeles de la guarda de los niños gazatíes no han sido capaces de cumplir la misión que les fue encomendada. Como tantas otras veces en la historia de esto que mal llamamos humanidad, querubes desesperados terminaron girando visita al Altísimo para explicarle que vieron que la mala sangre de muchos hombres es más grande que el corazón de muchos más, y que en eso ha quedado la Creación.

¿O no existen los ángeles de la guarda? ¿O los privatizaron los ricos?

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.